Los sardineros son esos festeros capaces de hacer grande lo pequeño y real lo absurdo. De transformar un evento normal en una gran fiesta en la que implican a media ciudad. De llevar el surrealismo a tal extremo que parece natural. Así se desarrolló el acto de la llegada de la sardina, una pequeña reproducción para colgar en el balcón del Ayuntamiento y presidir la ciudad.
Pequeña pero muy grande a la vista de la pompa que todos le dieron.
A las 16.15 salía el popular pescado del municipio de Ceutí. Colocada sobre un remolque tirado por una bicicleta y escoltada por medio centenar de ciclistas. A pesar de la lluvia, llegó puntual a la fábrica de Estrella de Levante, en Espinardo. Allí la recibió su presidente, Patricio Valverde, que agasajó a los portadores con una merienda regada con agua de Espinardo. De ahí salió pasadas las seis de la tarde, precedida por dos grandes altavoces con músicas del momento que llamaron la atención allá por donde pasaban. La gente de Murcia se asomaba a los balcones, los dependientes de las tiendas salían a la calle y los coches aminoraban la marcha para ver qué ocurría.
A las 18.30 llegó a Santa Isabel, donde decenas de personas esperaban para ver, sobre todo, al Gran Pez, Fernando Romay, que está siendo la sensación por su altura. Todos se quieren hacer fotos con él, nadie deja de hacer la recurrida broma de su tamaño y le cuesta avanzar debido a las continuas paradas que ha de hacer para atender a los fans. Desde la plaza Santa Isabel, el grupo de Batukada Jambuka le fue abriendo paso por una Gran Vía despejada de coches. Los sardineros, con su presidente Gregorio González a la cabeza, cogieron la sardina y la portaron a hombros hasta el Ayuntamiento. Con la comitiva marchó también el alcalde de Ceutí, Juan Felipe Cano, quien ha participado en todos y cada uno de los eventos sardineros desde la designación de su municipio como lugar de salida de la sardina.
Procesión y cabo de andas
La broma de todos los años se repitió: llevar a la sardina en procesión, cual paso de Semana Santa, con cabo de andas incluido, labor que realizaron varios sardineros, incluso Fernando Romay y el concejal de Festejos, Rafael Gómez, en la última parada antes de entrar religiosamente en la Casa Consistorial.
La llegada de la sardina es un acontecimiento y merece todo un desfile. A las 20.00 salía de Centrofama, rumbo a la Gran Vía por Jaime I, hasta llegar a la Glorieta. Hachoneros, majorettes rusas, grupos de carnaval, batukadas y escuelas de danza llenaron de ritmo el centro de la ciudad. En el desfile participaron todos los grupos sardineros, acompañados cada uno de ellos con su correspondiente charanga. Divertidos, animados, alegres y pletóricos ante la presencia de su sardina. Así se mostraron estos reyes de la fiesta que no acusan cansancio a pesar del ritmo trepidante que llevan. Y todavía les quedan dos días para la traca final.
A la llegada al Ayuntamiento, sobre las diez de la noche, les recibieron los alcaldes de Murcia y Ceutí, Miguel Ángel Cámara y Juan Felipe Cano. Éste último fue quien hizo entrega oficial a Cámara de la sardina, quien a su vez se la regaló a los sardineros. Cano declaró a viva voz que es un halago para su pueblo que hayan acogido los primeros actos, a lo que Cámara respondió, en verso: «Ha pasado un año entero de aguardar con impaciencia este momento preciso/ entregar a la sardina al pueblo sardinero./ De nombre Belinda Washington seas bienvenida a Murcia (...), cuidado con los sardineros, que les gustas un montón». Al Gran Pérez, el regidor murciano se refirió como «festero de gran altura».
«Hasta el confín de la huerta»
Como remate de su intervención, Cámara se dirigió a la marea de sardineros que llenaba la Glorieta: «Llenar la urbe de fiesta y que retumben vuestros pitos hasta el confín de la huerta». El público replicó con un estruendoso y duradero aplauso.
El presidente de la Agrupación Sardinera, Gregorio González, también recitó algunos versos que despertaron interés y fueron refrendados con ruido de pitos desde la plaza: «Agradecido estoy yo a Ceutí, por el buen trato que le han dado a la sardina, gracias por quererme mucho, como la trucha al trucho. La sardina se sintió allí como una ceutiense más». Los sardineros miraron después al cielo, para presenciar un espectacular castillo de fuegos artificiales. Entre las estrellas apareció dibujada, con luz de fuego, la silueta de una sardina, un momento épico para estos festejos incansables que se preparan para vivir en los próximos dos días auténticas jornadas de epopeya. Hoy tendrá lugar también en el balcón principal del Ayuntamiento, en la Glorieta de España, la lectura del Testamento, a cargo de Belinda Washington. Posteriormente se lanzará un castillo.